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Thursday, August 28, 2014

Un día llegue.

Un día llegue a la ciudad. Salía de un túnel como portal del tiempo. Me despedí del desierto, le dije adiós a mi madre y cuando desperté estaba en un sillón con olor a perro en una tierra hostil, pero amable a la hora de ofrecer frijoles con manteca o gorditas rellenas con mole.

Imagine caminarla toda. Entrar en un edificio para descubrir sus laberintos de oficinas, cuartos y subterráneos. Sentarme toda una tarde en un parque para aprender a escuchar el ruido. Me comería todos los libros a mi alcance, deseo producto de mi última manía en casa materna; leerlo todo aunque no lo entienda. Para mi gula literaria encontré bibliotecas, las de verdad, las que tienen libros de todos los tópicos y puedes sentarte a leerlos por horas. Pero también las que venden las obras de los autores clásicos, avant garde, post-modernos y farsantes de la felicidad. Todos reunidos en una oferta de precio impagable para mi en ese momento. Después se mostró la noche citarían llena de fiesta, caminatas de bar en bar, movimiento, mujeres que juzgaban desde tus zapatos hasta el grosor de la cartera.

A mi me daba risa la experiencia del antro. Llamar para pedir un servicio, en lugar de una cubeta o tarros de cerveza, luego ver la cara del mesero que me veía con estupefacción, como sí tomar Brandy adulterado con refresco de cola fuera la única solicitud correcta para comenzar la bacanal.

Llegue a la ciudad, la gran ciudad. Todo sucede aquí. Nada sucede aquí. Nos conocemos de alguna reunión de café o la última casa donde estuve en la fiesta. O tal vez platique contigo de un tema donde el argumento principal es que no importa lo que digas, yo siempre se algo mejor que tu. -Oye, que raro tu amigo que no saluda, ¿esta enojado? ¿o le caemos mal? Era el comentario más común en reuniones sociales o visitas familiares. La situación se tornaba mas extraña cuando en lugar de asentir con un acento políticamente correcto para las costumbres locales, disentía con una voz contundente y golpeada. ¿Has leído a Greimas por lo menos? No, -debí decir. Solamente he leído El Tesoro del Saber de Disney , pero estoy seguro que la cultura no es un asunto de sintágmasis; según Tribilín el humor debe ser simple y no simplón. -¿Porque no conteste eso? Me faltaron ganas de chingar. Pero bueno, eso lo aprendí después, he tenido los mejores maestros en la ciudad.

Pero no todo ha sido agrio, violento o sarcástico. También conocí la libertad de decidir a que hora dormir y con quien. Miel de ojos Miel. Habitaciones azules, rincones para la querencia espontánea.
Se paga una cuota razonable por el derecho a habitar, seis horas máximo, los lugares designados por negocio al placer a deux.

Las desgracias no son de todos. Todas son individuales, se sufren de uno en uno. No hay comunidad. Mi dolor coincide con el tuyo, pero no es el mismo. El mío es importante, único, honestamente angustioso. Es tan esencial que no lo hago exclusivo, hasta lo publico en medios masivos. Quizá sea un defecto de la humanidad. Pero en pueblos pequeños no filosofamos del dolor tanto; o nos bebemos los argumentos o simplemente lo ignoramos al unísono.

Agendar las horas con él, luego con ella, después con ellos. Las horas tienen un propósito, un objetivo social. La ciudad no permite vagar por entre sus calles sin padecerla,  es necesario justificar tu tránsito. Porque no se sabe si serás víctima o victimario del trafico cotidiano. Aunque hubo un tiempo que la radio hacia las veces de aspirina para el alma en los nudos urbanos. Pero como todo en la ciudad, unos maestros de la felicidad y el buen nombre la envenenaron, hasta reducirla a un remedo de voces a parecer de terceros. Una verdadera lástima. Ahora solo queda el recurso de la burbuja acompañado de música grabada y reflexiones sobre la vida mientras se avanza dos o tres metros cada luz verde del semáforo.

Creo que no hay otra cosa que hacer que vivir la ciudad. La verdad no se bien porque llegue a la ciudad, no lo tengo bien definido. Me di cuenta que al contarle a mis amigos causaba una ligera confusión al respecto. La mayoría concluye que lo verdaderamente importante era salir de mi tierra natal, ver el mundo -como si el mundo estuviera como un todo en la ciudad. Otros no entendían como buscar la vida fuera.  He visto las mejores películas, los mejores conciertos, los mejores cuadros.
Me ha dado lecciones sobre la manera de mirar y de ver. 

Llegue, pero estando en la ciudad entendí que no cambiaría un solo momento el silencio, la sencillez, la carne, el atardecer y las noches de octubre cuando la luna esta a la vista en medio de la calle. 

Tuesday, August 19, 2014

Of Fear

Soy mas que mi miedo. Se leía una frase en Twitter, de un perfil anónimo.

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#tuargumentoesinvalido porque nadie es peor que si mismo.