Una poesía.

Ya nadie habla de amor en estos días.

Los tiempos no están ya para melancolías innecesarias, para pasiones fugaces, sinsentidos que dan congruencia a una juventud de despilfarros emocionales. Cuanta razón tenía alguien cuando dijo que el tiempo me curaría hasta el deseo mas profundo, el mas vivo, el mas ardiente, el mas rebelde e impulsivo. Como una larga lluvia que cae en el bosque, el fuego se apaga para dejar morir lo intenso, y dar vida a la realidad en forma de un pequeño brote verde llamado madurez.

Voy a escribir el pasaje mas oscuro de mi vida. Un cuento de vidas pasadas, tiempos de vicios, emociones,
parvada de pájaros que vuelan en formas deformes
sin sentido,
caminos de aire,
tierra dura,
agua detenida en una presa de argumentos,
llama que consume,
abstracciones narradas a la medida
todo responde a la pregunta de lo que era en el imaginario ideal,
porque contar lo que realmente pasó, ni a mi me importa tanto.

Confuso el dilema de ser amigos de todos
de todo,
el misterio del otro,
de lo que no soy yo.
Que insistencia de buscar quedarse en la memoria de alguien,
que cansado sentir vacío.
Digo que hay que morirse y ya,
sin esperar las flores, los recuerdos, homenajes
porque al fin, si hay alguien a quien le importó tu vida, será porque no vivió contigo tanto para hartarse de ti.

Había una vez un héroe....se volvió loco. Quiso pelear todas las batallas, quiso rimar todas las palabras, tecleo en desorden todas las ideas que encontró, pero la guerra se vuelve un espejo frente al hombre, lo enfrenta, y al intentar volver por el mismo puente para regresar a casa, ya no queda nada mas que la verdad de si mismo.  La mas terrible realidad, un solo adjetivo para siempre.

Dos personajes o tres que importa, hay que hablar de ellos, mentir, mentirnos, creer, hacer que crean. El daño estará ahí, como una fe retorcida evangelizamos sobre el que decimos que somos, una y otra vez, hasta que la llaga se cubra con un velo fino de duda,
Legitima duda
carisma,
besos,
ideales,
miedos,
Lo que sea para tapar el sol con un dedo.

El hombre en la montaña.

Era un hombre solitario que encontró un tesoro al caminar por la montaña.

El último resplandor de la tarde hizo brillar la joya abandonada sin explicación al lado de una piedra puntiaguda. El hombre se preguntaba como era posible que alguien dejará semejante tesoro en medio de la nada.

Todas las posibilidades de una vida distinta desfilaron en su mente.

Luego todo se esfumó en un instante. Al levantar la joya del suelo se dio cuenta que una mano estaba debajo de la joya. La manon de alguien que murió queriendo retenerla a toda costa. Una mano cadavérica. Una historia trágica detrás de algo tan hermoso y brillante.

Temió por su vida. Imaginó tragedia y avaricia.

Volvió a colocar la joya en el mismo lugar y siguió su camino.

Hay una razón por la que los hombres buscan oro o buscan estar en paz. Es cuestión de elegir una historia breve o una memoria larga.